Muchas familias, sobre todo las que obtienen ingresos mensuales, se ven en problemas a la hora de administrar el dinero para poder pagar los gastos durante todo el mes, hasta que vuelven a entrar ingresos en casa al mes siguiente. Se dice entonces que no se llega a fin de mes. Son muchos los gastos que hay que afrontar: comida, higiene, limpieza, luz, gas, agua, teléfono, internet, movilidad, farmacia, ropa, educación… La lista de gastos básicos de una familia varía según la composición y situación, hay una problemática común a todas: la plata no alcanza para llegar a fin de mes.
Para llegar a fin de mes, la mayoría relega ciertas cuestiones, tales como la indumentaria o las actividades de… y modifica hábitos, como la elección segundas marcas al momento de hacer compras o la reducción de la frecuencia el consumo de ciertos alimentos. Sin tratar ahora de ser magos de las finanzas ni dar recetas fantásticas, vamos a describir algunos aspectos que pueden ayudarnos a mejorar nuestra situación. Por eso, bien viene repasar algunos consejos prácticos para cuidar el mango y hacer “estirar” el sueldo.
Hacer un presupuesto. Es lo primero que hay que hacer. Sin tener en cuenta cuánta plata entra a la casa y cuánto sale, difícilmente podamos administrar nuestro dinero. Hay que tratar de ser bien “finitos” con este tema, sobre todo con los gastos, sin dejar ninguno de los habituales afuera del cálculo.
Gastos fijos, aparte. Luego de ello, es recomendable separar la plata necesaria para pagar los gastos fijos de la casa, y guardarla: alquiler, cuotas de colegios, préstamos, impuestos del mes, seguro del auto, boletas de servicios, etc. A medida que vayan venciendo, tomar el dinero de ese fondo y pagar.
Distribuir el dinero. Con la plata de los gastos fijos aparte, lo que queda debe ser administrado de manera efectiva. Lo mejor es dividirlo por la cantidad de días que quedan del mes, y tratar de gastar exactamente ese monto. O al menos, que sirva como referencia. Si un día nos pasamos, al otro hay que tratar de gastar menos para equilibrar.
La compra del mes. Con los alimentos, lo mejor es hacer una compra general en el súper o el híper, de manera de dejar para la compra diaria sólo los frescos y alguna urgencia. Hay que tratar de no tarjetear en cuotas la compra del súper.
Guardar para contingencias. En el presupuesto, lo ideal es dejar un 5 por ciento de los ingresos del mes, destinado a imprevistos: rotura del auto, enfermedad de los chicos, algún arreglo de la casa. Si al final del mes, no se usó, mejor: que vaya a ahorro.
Lo que se pueda, ahorrarlo. Justamente, en la medida de lo posible, es bueno reservar algo del presupuesto mensual para ahorro. Puede ser un 10 por ciento del sueldo. Si un mes no llegamos a esa proporción, a no preocuparse: se ahorra el mes que viene.
Transporte calculado. A los gastos de movilidad también hay que tratarlos como gastos fijos. Si usa colectivos, lo recomendable es cargar la tarjeta con los viajes de todo el mes, antes que ir sumando de a dos o tres boletos. Y si se usa el auto, hay que calcular cuántos litros se gastan en todo el mes, y reservar ese dinero.
Bolsillos prudentes. Otra clave para que el presupuesto no se nos vaya de las manos, es llevar encima poco dinero en efectivo, ya que es una forma de evitar gastos innecesarios que suelen ser un golpe fatal al bolsillo.
Evaluar los resultados. Comparar lo que pensamos que íbamos a gastar con lo que finalmente se gastó: concluir, repensar y volver a plantear el horizonte de gastos para el periodo siguiente.
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